11-11-2025
Entrados
ya en el mes de noviembre, la iglesia celebra este 11 de noviembre la festividad
de San Martín de Tours. Un nombre que resuena en la historia cristiana
como símbolo de caridad, conversión y compromiso con la fe. Nacido en el año
316 en la actual Hungría, su vida fue un viaje extraordinario que lo llevó de
las filas del ejército romano a la santidad, dejando una huella imborrable en
la Iglesia y en la cultura occidental.
Situémonos
en Tours en el siglo IV en un escenario sencillo y cotidiano para la época. Martín,
joven soldado romano, en medio de su vida militar, montado a caballo, se encuentra
con un mendigo medio desnudo y temblando de frío a las puertas de la ciudad de
Amiens. El soldado no tiene dinero; conmovido por su pobreza y sufrimiento, entonces
cortó con su espada la capa militar en dos partes y entregó la mitad al pobre para
que se cubriera del frío.
Dicen
que esa noche tuvo una visión que cambió el curso de su vida para siempre. Al quedarse
dormido, Martín tuvo un sueño en el que vio a Cristo con la mitad de la capa que
él había dado al mendigo, diciéndole: Martín, siendo aún catecúmeno, has
vestido con mi propia túnica.
Este
hecho, inesperado por él, sería el inicio de una de las historias más luminosas
y menos conocida del cristianismo: la de san Martín de Tours. Esta visión le
marcó profundamente confirmando su vocación cristiana. Desde ese momento
renunció a su carrera militar y se dedicó por completo a la vida cristiana. Se bautizó
y se retiró a la soledad en Poitiers para dedicar su vida al estudio de las
Sagradas Escrituras y a la oración, sintiendo la llamada para compartir su fe
con el mundo.
Fue
discípulo de san Hilario de Poitiers y fundó el primer monasterio de Occidente.
Su fama de santidad creció tanto que, en el año 371, el pueblo lo eligió obispo
de Tours, aunque él intentó ocultarse para evitar el cargo. Fue un predicador itinerante,
viajando por toda la Francia y las regiones adyacentes para difundir el mensaje
de la fe cristiana. Su carisma, su sabiduría y su compromiso con la caridad lo
convirtieron en una figura muy popular y respetada en su tiempo.
Fallecido
en los últimos años del siglo IV, su imagen, con el manto dividido, es un
símbolo reconocido del acto de caridad y compasión. Es un ejemplo de cómo la fe
puede transformar vidas y contribuir a la construcción de un mundo más justo y
compasivo. Su historia nos recuerda que la caridad, la generosidad y el
compromiso con el prójimo son valores fundamentales del cristianismo.
Su
faceta principal inundó mucho el carisma del origen de las cofradías: la
caridad. Su gesto en Amiens, de dar la mitad de su capa a un pobre, fue
superado, cuando ya siendo obispo entregó su túnica entera a un mendigo –en un gesto menos conocido– sus mismos milagros, como
los de Cristo, fueron milagros de caridad.
Ojalá
todas las cofradías tuvieran, con hechos reales, el deber de despertar entre
los miembros la sensibilidad y el compromiso con los demás como lo hizo San Martín.
Las
cofradías
no pueden ser ajenas a los problemas sociales de hoy en día, vivir de espaldas a
esa realidad de las capas sociales menos favorecidas.
Las
cofradías no son únicamente asociaciones de fieles dedicadas a organizar procesiones
y preservar tradiciones religiosas; también tienen un compromiso con la transformación
social y la ayuda al necesitado.
¿Qué ha
quedado de los principios fundacionales de cada cofradía, hermandad o congregación
adaptada a los tiempos actuales?




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