miércoles, 12 de noviembre de 2025

Pregonero en ascuas

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Félix Torres

Pregón 2019 | Fotografía: Pablo de la Peña

12-11-2025

Cuando hace unos días asistíamos, yo diría que incondicionalmente –como siempre–, a la gala de presentación del cartel que anunciará nuestra Semana Santa el próximo 2026, mi sensación era la de que se abría la puerta a la cuaresma y ya podíamos empezar a especular con lo que se nos viene de forma más o menos inmediata. En una palabra: pregonero.

Y más si en esa gala, en la que la Semana Santa procesional y la ciudad casi al completo se ponen de tiros largos, la presentación de la presentadora que daba hilo conductor a la misma, nos llegaba en forma de emotivas frases cargadas de adjetivos aromatizados con azahar y de poética prosa incensada, en lo que bien podía haber sido un pequeño pregón del gusto de muchos cofrades. Eso, añadido al runrún que a todos nos carcome en este día, en un acto que va más allá del simple desvelar una foto y un motivo, hizo que muchos de los que por allí estábamos comenzásemos con las cábalas para poner cara al pregón del próximo año y nombre al pregonero.

Porque sabemos que al poco de la presentación del cartel, se convoca la rueda de prensa en la que el presidente de nuestra Junta de Semana Santa desvela, entre otros misterios bien guardados, el nombre de quien se encargará de anunciar la Semana Santa salmantina desde el ambón del teatro Liceo. Y, claro, eso lleva aparejada la necesidad de descifrar la incógnita de la imagen sagrada que va hilvanada al pregonero desde que José Cornejo trasladase, acertadísimamente, el acto cofrade al profano escenario, dejando para otras liturgias los altares y presbiterios de templos tan solemnes como fríamente incómodos.

Hace apenas un par de días, los avances del noticiero de actualidad de la Cadena de Ondas Populares Españolas en Salamanca –cebos los llaman los de la profesión periodística– anunciaban para las doce horas de esa misma mañana, la rueda de prensa en la que el presidente de la Junta anunciaría, junto a los actos cuaresmales previstos, el esperado nombre del pregonero de la Semana Santa de Salamanca (entiéndase el masculino genérico). Pero, llegado el mediodía, y tras el Ángelus habitual en esas ondas, quienes esperaban expectantes se vieron con un palmo de narices, decepcionados y tan ignorantes como minutos antes de que el ángel anunciase a María su buenanueva. Porque seguramente alguien se equivocó en su anuncio, no hubo rueda de prensa y ahora seguimos todos como antes. Sin conocer pregonero y sin poder especular con la talla que acompañará a sus palabras en el tablado del Liceo (que bien podría ser la Dolorosa de Montagut en el centenario de la Seráfica, ¿verdad, Bernardo?).

En cualquier caso, no es malo especular y así llevamos haciéndolo con obsesiva curiosidad desde que el pregón es pregón. Y hacemos nuestras apuestas, poniendo a unos y quitando a otros según nuestros gustos y preferencias, cuando seguramente el pregón está ya casi redactado, si no en imprenta, y el pregonero in pectore, encerrado en su secreto, seguro que disfruta, sonríe, se sorprende o, incluso, se enerva mientras tirita alguna parte de sí mismo, escuchando a los seleccionadores aficionados.

¿Será hombre o mujer? ¿Será cofrade o no? ¿Tendrá el curso diocesano o para esto no es necesario? ¿Será un político o alguien de la cultura? ¿Será cercano o lejano? ¿Será...? Y al tiempo, siempre un «pues el mejor sería...» lanzado como colofón de experto analista por cualquiera de nosotros, o ese «ya verás cómo es...» añadiendo calificativos más o menos adecuados en función de las afinidades del mencionado analista –que, en este caso, me temo que somos casi todos– al nombre asignado como posible candidato.

En fin, que la COPE descorrió el cerrojo, aunque la puerta aún no se haya abierto, y nos animó a avanzar nuestras quinielas y especulaciones, bien sea que solo haya sido por unas horas. Seguiremos tranquilos hasta que vuelvan a anunciarnos la noticia para después del Ángelus y, mientras tanto, podremos confiar hasta el último momento en que, a pesar de todo, el nombrado sea el que queríamos o el que esperábamos, que no siempre son lo mismo. Sigamos en ascuas.



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