18-11-2025
Uno
lleva ya unas cuantas décadas participando activamente en el mundo cofrade. Y
en este tiempo ha visto pasar a cuatro obispos, cinco curas encargados de
cofradías, cinco alcaldes, siete presidentes de junta semanasantera y
tropecientos mil hermanos mayores en las distintas cofradías de Salamanca. O
sea, que está de vuelta de todo y se cree solamente lo justo de cuanto oye o le
dicen. La vida y la experiencia nos vuelven a todos un poco, bastante,
escépticos.
Pero
de vez en cuando nos encontramos con alguna sorpresa. Es lo que ha sucedido con
el nuevo delegado diocesano para el apostolado laical, que lleva poco más de
quince meses en el cargo y, por lo que se refiere al ámbito cofrade, ya ha
hecho más que todos sus antecesores juntos. Tampoco es que tenga mucho mérito,
porque como hasta ahora ninguno se había interesado por las cofradías, tan solo
con eso, mostrar algo de interés, resultaría suficiente para subir a lo más
alto del podio.
Y
es lo que ha sucedido, a pesar de que sus subordinados no se lo han puesto
fácil. Ya sabemos cómo funcionan los cotos particulares dentro de la diócesis.
Pero este señor, Santiago Casanova, ha atendido a quienes se han dirigido a él
y ha iniciado un acercamiento real a las cofradías de Salamanca, comenzando por
las penitenciales de la capital. Y pese a la escasa respuesta está perseverando
en ello. Quiere reunirse con todas, conocer su realidad, escuchar sus
inquietudes y trasladar a quien corresponda, suponemos que básicamente al
mitrado, el resultado de sus averiguaciones.
El
gesto, solo por el hecho de producirse, debe ser reconocido y agradecido. Ha
hecho lo que nadie hasta la fecha había realizado. Las llamadas particulares,
desde Calatrava, lamentablemente, suelen ser para recriminar o amenazar con
sancionar. La enumeración de ejemplos en las últimas décadas es demasiado
amplia. Y en muchos casos vergonzosa, pero es lo que hay. Casanova está contactando
con las cofradías para escuchar y dialogar, no para pedir. Porque esa es otra,
que si las llamadas particulares han sido para atizar, las generales,
tradicionalmente, han solido ir acompañadas de algún tipo de petición.
La
pregunta, evidentemente, es si esto servirá para algo… Agradecerlo hay que agradecerlo,
faltaría más. Pero después de haber visto casi todo y pasar a tanta gente por
los cargos, uno cree sinceramente que no va a servir para mucho más. Más que
nada porque es una acción particular. La curia sigue igual que siempre, mirando
al mar, como Jorge Sepúlveda. Si al menos fuera hacia el de Tiberíades, algo se
podría esperar. Pero no, aquí nada parece haber cambiado, salvo que ha llegado
un delegado diocesano que al menos se interesa. El tiempo dirá si sus esfuerzos
y desvelos sirvieron para algo, que el escepticismo tampoco es garantía de
infalibilidad.




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