Eckhart de Hocheim, en uno de sus sermones
que lleva por título el mismo que este escrito, nos enseña: «Dios no busca lo
suyo, él es libre y desprendido de todas sus obras y las hace por verdadero
amor». Es justamente un punto de partida muy adecuado para acercarse a la
Pasión y Muerte de Nuestro Señor.
Realmente, desde un punto de vista humano,
podemos comprender así que no busca lo suyo, ya que lo perdió todo, hasta la
vida. Y que lo hizo libremente, sin duda, puesto que en Getsemaní oraba:
«Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino
la tuya». No pudo obrar, entonces, más que por verdadero amor. Es necesario
acercarnos a la Pasión de nuestro Señor con espíritu de iniciado, no con
espíritu de experimentado, ya que en nosotros no se da y por nosotros mismos no
se dará ese obrar libremente y por verdadero amor. ¿Es posible que un hombre no
busque lo suyo? Respondamos a esta pregunta.
Dice el mismo autor en este mismo sermón:
«Mirad, mercaderes son todos aquellos que se cuidan de no cometer pecados
graves y les gustaría ser buenos y, para la gloria de Dios, ellos hacen sus
obras buenas, como ser, ayunar, estar de vigilia, rezar y lo que hay por el
estilo, cualquier clase de obras buenas, mas las hacen para que Nuestro Señor
les dé algo en recompensa o para que Dios les haga algo que les gusta: todos esos
son mercaderes. Esto se debe entender en un sentido burdo, porque quieren dar
una cosa por otra y de esta manera pretenden regatear con Nuestro Señor».
Incluso podemos añadir que tampoco obramos libres de nosotros mismos cuando
queremos socorrer al pobre, cuando lo hacemos por nuestra propia satisfacción.
Solo obramos de modo semejante a Dios según consta en el mismo sermón, cuando: «Lo
mismo hace también aquel hombre que está unido con Dios; él se mantiene también
libre y desasido en todas sus obras, y las hace únicamente por la gloria de
Dios, sin buscar lo suyo, y Dios opera en él».
Puede decirse que es imposible vivir de
este modo, pero renunciar a este modo de vivir la fe es renunciar a lo perfecto
y conformarse como mercader. No es posible cumplir para los hombres, enseña el
Señor a los apóstoles, pero para Dios nada hay imposible. Tampoco dice Eckhart
que el hombre pueda solo, sino el hombre que está unido con Dios. Cuando
tratamos de hacer por nosotros mismos, somos responsables de lo que hacemos y,
con ello, nosotros mismos hemos de llevar a término lo que hayamos decido
empezar. Tendremos que asumir con nuestras solas fuerzas negativas, fracasos,
engaños y muchas otras cosas con que nos podemos encontrar, sin olvidar la
rutina que todo lo apolilla y lo desgasta.
Ahora bien, podemos abandonarnos en Dios,
en contra del refrán (fíate de la Virgen y no corras) y aceptar todo cuanto nos
suceda como lenguaje suyo e interpretar el claro/oscuro de la vida como el
camino que el Señor nos ha trazado para hacernos dignos de sí, sabiendo que él
va delante resucitado, nos precede a Galilea, la periferia, después de dejarnos
modo de proceder en su sagrada Pasión.
Celebramos hoy la presentación de la
Virgen María, limpiemos nuestro templo personal de moradores, que son bandidos
porque nos hablan de nosotros mismos, pero no del hermano y, por tanto, tampoco
de Dios, a quien no vemos.




0 comments: