03-11-2025
Este
año el dos de noviembre, día de la conmemoración de los fieles difuntos, cae en
domingo. Cuando esto sucede dentro del Tiempo Ordinario lo celebramos, No se
trata de dar preeminencia a la memoria de los difuntos respecto al día del
Señor, al contrario, es una oportunidad para vivir y comprender este día bajo
la luz del misterio pascual.
Partiremos
de nuestras costumbres de siempre, acudiendo unos días antes a los cementerios a
limpiar y adornar con flores las sepulturas donde están enterrados nuestros
seres queridos, con la intención de mostrar nuestro recuerdo y cariño hacia todos
aquellos que compartieron de cerca el camino de la vida. Eso está bien, pero espero
que también los que creemos en Dios elevemos nuestra oración a él, dando
gracias y pidiendo para que sean acogidos y descansen, desde su gracia y
misericordia, en su abrazo de vida eterna. Estad seguros de que donde mejor lo
vamos a celebrar es en la Eucaristía. Ya decía que este año cae en domingo, no
dejemos que nos despisten las costumbres promovidas por el negocio y la
parafernalia del ocio que envuelve estos días y, por supuesto, las otras impuestas
e importadas de otros países y culturas.
En la
Eucaristía es donde acontece un amor mucho más grande y desbordante que el
nuestro, para recordar de todo corazón y con verdad a los difuntos. Ese amor se
manifestó cuando Dios Padre abrazó aquel día primero de la semana, en el
aliento del Espíritu, a su Hijo Jesús para resucitarlo de entre los muertos. Ya
sabemos que esa es la razón por la que cada domingo, a lo largo de todo el año,
nos debemos reunir a celebrar la Eucaristía. Se trata de la pascua semanal del
Señor que ilumina todos los demás días de la semana. Y, a la luz de tanto amor,
la oscuridad, el dolor y la muerte pueden ser derrotados. Por eso, en la
oración de los fieles y dentro de la plegaria eucarística, tenemos presentes a
todos nuestros muertos con la confianza y la alegre esperanza de que participarán,
gracias a Jesús resucitado, de la misma vida que el Padre le dio. Seguro que en
alguna ocasión habremos oído decir a la gente, en una conversación, eso de que «nadie
sabe lo que hay después de la muerte porque nadie ha vuelto para contarlo», y
nos hemos quedado callados y sin saber qué responder. La verdad es que se trata
de un buen momento para evangelizar y proponer nuestra fe, respondiendo que sí,
que Jesús ha vuelto para contarlo. Todas las semanas, y cada domingo, ¿no es
verdad que viene el Resucitado y se hace presente en medio de nosotros para
compartir su vida nueva y eterna? Fijaros bien cómo sucede en misterio: nos
reúne, nos saluda con su paz, nos perdona, nos habla con su Palabra ardiente al
corazón, nos alimenta con su cuerpo y sangre, y nos envía con su vida al mundo.
Permitidme,
para terminar, esta breve reflexión sobre el día de difuntos de este año,
centrada en la Eucaristía dominical. Señalamos un gesto precioso y valioso que
realiza una de las cofradías históricas de la Semana Santa de Salamanca para
recordar a sus hermanos fallecidos. Mientras preparaba el año 2023 el encuentro
de Fe y Arte sobre el Vía Crucis pintado por Genaro de Nó para el Hospital
Clínico ‒afortunadamente restaurado y trasladado a la capilla de los Montalvos‒,
me enteré de que el pintor salmantino pertenecía a la Congregación de Jesús
Nazareno, la de la parroquia de San Julián. Como Genaro fue un hermano de carga
de la imagen, la insignia que llevó, ahora, cada Viernes Santo, luce prendida
delante de las andas, unida a la de muchos portadores fallecidos. Aunque es un
gesto sencillo y popular, que pasa inadvertido a los que no son de la cofradía,
es valioso y profundo, porque expresa ni más ni menos que la fe en Cristo
Resucitado. Así contemplamos la imagen preciosa y conmovedora de Jesús Nazareno,
encargada en 1715 a José de Larra Churriguera, cargando con rostro de amor y
paciencia su cruz por un camino que no terminó con la muerte en el Gólgota,
sino que se convirtió por su entrega en pascua del Señor.
Espero
que estos días primeros de noviembre celebremos y recordemos desde esta mirada
pascual, centrada en la Eucaristía y tan llena de esperanza en la resurrección,
a nuestros hermanos difuntos. Un abrazo en el Dios de la vida.




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