La Navidad
irrumpe cada año en nuestras vidas con un mensaje claro y profundamente
cristiano: «Dios se hace cercano en la humildad y nos invita a mirar al otro con
misericordia».
Sin embargo,
para muchas cofradías de penitencia este tiempo litúrgico sigue siendo, en
ocasiones, un paréntesis entre los cultos que tienen programados, ensayos y
preparativos que parecen lejanos a su actividad principal. Y es ahí precisamente
donde surge una pregunta incómoda pero necesaria, ¿están las cofradías llamadas
a vivir la caridad solo en Cuaresma y Semana Santa, o durante todo el año,
especialmente en Navidad?
Las
hermandades, cofradías y congregaciones no son únicamente custodias de un
patrimonio imaginero, así como de patrimonio artístico y tradiciones. Su razón
de ser más profunda es el testimonio cristiano y ese testimonio se expresa ante
todo en la caridad. La Navidad, con su carga simbólica de pobreza, acogida y
esperanza, se convierte en un momento único para que las cofradías salgan de
sus zonas de confort y se acerquen a las realidades más duras de su entorno. No
basta con campañas puntuales de recogida de alimentos o juguetes, necesarias
sin duda, si estas no van acompañadas de una verdadera implicación personal de
los cofrades.
La caridad no
puede ser un gesto automático ni reducirse a una fotografía para la prensa o
redes sociales. Debe ser una actitud constante que nazca del compromiso
cristiano y del encuentro con el necesitado.
La caridad
navideña bien entendida, puede convertirse en un puente entre la fe que se
proclama en los templos y la fe que se vive en las calles. Quizá sea el momento
de recordar que el Niño que nace en Belén es el mismo Cristo que meses después
cargará con la cruz.
No hay
contradicción entre el esplendor de un paso y la humildad de un gesto de ayuda
a los más necesitados. Al contrario, uno debería conducir necesariamente al
otro. Si nuestras hermandades quieren seguir siendo verdaderas escuelas de fe y
no solo conservadoras de tradiciones, la Navidad debe ser un tiempo de fuerte
compromiso caritativo.
Porque solo
cuando la devoción se traduce en amor al prójimo cobra pleno sentido todo lo
demás.
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