viernes, 5 de diciembre de 2025

Una procesión en Siria hizo posible la Hermandad Franciscana

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J. M. Ferreira Cunquero

Entierro de fray Romualdo. 15-12-2015. Damasco

05-12-2025

Dentro de unos días se cumple el décimo aniversario del fallecimiento en Siria del misionero zamorano de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, fray Romualdo Fernández Ferreira.

A cuenta de ese aniversario alguien me pregunta por qué decimos que este fraile, del que tuve la gran fortuna de ser amigo más que familiar, tuvo tanta importancia en la fundación de la Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad de Salamanca, cuando esta inicia sus primeros pasos un año después de su muerte.

Tendría que remontarme a una época en la que  fray Romualdo comenzó a hablarme de la persecución que sufren los cristianos en el mundo, mientras hacía una crítica muy dura al silencio institucional guardado por los gobiernos del primer mundo ante este hecho tan dramático que asola a la cristiandad en demasiadas partes del planeta. Haciéndome reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo con los cristianos iraquíes, me concienció para que denunciase donde me fuese posible estos hechos criminales tan callados por algunas ONG´s que alardean de defender como justificación de su existencia los derechos humanos.

En su última visita a España, fray Romualdo traía con él en su maleta de sentimientos una desazón profunda por la guerra tan dramática que comenzaba a sufrir Siria. En una larga e inolvidable exposición unía a su pesadumbre por la guerra y la persecución sufrida por los cristianos la ayuda que precisaba la Custodia Franciscana de Tierra Santa para poder seguir manteniendo su misión fraternal en todos los países que acogen su gran aportación apostólica y humanitaria por las tierras del oriente.

A partir de aquella conversación, en nuestros frecuentes diálogos telefónicos aparecía con mucho énfasis aquella demanda de ayuda a Tierra Santa, intentando concienciarme para que me involucrase en tal asunto a través de mis columnas periodísticas y apariciones en público.

Cuando le preguntaba, en una de nuestras últimas charlas, cómo podía ayudar a los cristianos de Tierra Santa, pues no se me ocurría nada por más que pensaba en ello, su  respuesta fue tan extraña e incomprensible que aún sigue taladrándome los sentidos cuando la recuerdo: Ya te dirá Él lo que tienes que hacer.

Esas palabras cobraron fuerza cuando la enfermedad lo abrazó con un coma irreversible que le llevó a la muerte después de varios meses de sufrimiento. En muchas ocasiones, mientras recibía información de su estado de salud desde el hospital francés de Damasco, aquellas palabras seguían dentro de mí generándome cierto desasosiego ya que, por más que intenté diseñar proyectos y propuestas seguramente absurdas, no percibía sugerencia alguna de quien, según fray Romualdo,  debía llegarme algún tipo de iluminación.

Fue al visionar uno de los videos de su funeral cuando sentí, emocionado, muy emocionado,   una clarividencia que desentrañaba por fin aquellas palabras grabadas en la orla más profunda de los misterios.

Al salir del templo, en procesión, los primeros fieles que portaban el féretro de fray Romualdo después de haber abarrotado la iglesia del Memorial San Pablo de Damasco, junto a obispos, de nuestra Iglesia y de todas las Iglesias cristianas no católicas de Siria, comenzó a tocar una banda de tambores y trompetas.

Fue ese momento en el que aquellas palabras que me atosigaron varios meses cobraron sentido, al caer en la cuenta de que el modo en que se podía ayudar a Tierra Santa era creando una cofradía que vistiese la austeridad de aquella procesión en la que fray Romualdo era uno de esos cristos que nacen para entregarse a sus semejantes con esa humildad que solo pueden vestir los seres humanos que tienen la misión de nacer para amar.

El problema, el único y gran problema era vencer la crítica que siempre mantuve hacia la creación de nuevas cofradías. Otro y muy importante era dar con las personas idóneas que apoyasen el proyecto de una hermandad en la que su procesión fuese lo menos significativo. La caridad siempre por encima de una procesión.

El tiempo fue lentamente poniendo las cosas en su sitio y, gracias a los siete compañeros y amigos promotores de la idea y a una primera junta directiva inexperta pero llena de gracia en el fiel compromiso con Tierra Santa, la Hermandad Franciscana comenzó su andadura.

Hoy la actual Junta Directiva capitaneada por nuestro hermano mayor, Francisco Javier Blázquez Vicente, sigue encendiendo la antorcha de la fraternidad a través de una labor encomiable cuando estamos en vísperas de festejar los diez años de existencia.

Me siento felizmente orgulloso al ver cómo esta Hermandad sencilla ha donado a la Custodia Franciscana de los Santos Lugares a lo largo de estos diez años de existencia, más dinero del que hubo que invertirse en imágenes y en todos los ornamentos necesarios para llevar a cabo esa procesión, que es simplemente, frente a la caridad que ha de ejercerse, solo un símbolo de la propia humildad franciscana.

La sepultura de fray Romualdo se encuentra dentro del memorial San Pablo de Damasco, donde él diseñó la capilla que, al lado de los restos de una calzada romana, muestra el lugar exacto donde San Pablo se convirtió cuando intentaba entrar en Damasco para perseguir a los primeros cristianos. En ese lugar, por encargo del Papa Pablo VI, se construyó una iglesia con forma de tienda de campaña y en los aposentos del propio memorial, fray Romualdo recibió al Papa Juan Pablo II cuando visitó Siria en el año 2001.

Para recordar la efeméride que marca esta primera década de su fallecimiento, el día 14 de este mes, el Ayuntamiento alistano de Figueruela de Arriba entregará a sus sobrinos el documento que da fe de haber nombrado a Romualdo Fernández Ferreira hijo predilecto  de Figueruela de Abajo. En su honor se descubrirá una placa que recordará para siempre a quien, partiendo de aquella tierra con solo trece años, se entregó a los demás desde la Custodia Franciscana de Tierra Santa, en diversos países del oriente.

La eucaristía que se llevará a cabo en la iglesia de Santiago Apóstol de Figueruela de Abajo será oficiada por el sacerdote Manuel Muiños que es, además de presidente nacional de Proyecto Hombre, hermano de la Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad.


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